Pasos de un desadaptado que carga una joroba que carga a su vez historias de ciudad. De una ciudad que puede ser cualquiera y puede ser ninguna, porque una que carga un jorobado es una ciudad que no es ciudad.

21/7/10

La salida

Cuando las estriosas piernas de mi mamá se abrieron, cuando se abrieron como una tenaza, cuando se abrieron como una tenaza obesa y poco aceitada, el doctor, Roberto el doctor, pudo verme por primera vez. Mi cabeza algo deforme por su angostura se contorneó como si hubiese tenido un orgasmo, como si ahí, entre mis dos orejas enormes y sobre mi nariz, se hubiese levantado un clítoris hinchado y bien trabajado. Mi cabeza delgada se movió de un lado a otro, de izquierda a derecha, como un gusano sediento de tierra, gozando del aire que era demasiado frio para ser de verano. Pero no era goce, era dolor, un dolor insoportable y agudo provocado por la helada ventisca que entró y me congeló. La enfermera, totalmente inconciente y poco útil (además de bigotuda), había dejado junta la ventana que separaba un buen nacimiento de uno traumático. Mi angosta y pelada cabeza, helada y tiritona, fue testigo presencial de la ineficiencia y infelicidad que se puede vivir en la ciudad. Mi mamá mientras tanto chillaba y sangraba. Esa fue mi bienvenida.

2 comentarios:

  1. CON LA CARGA A CUESTAS NO SE PUEDE CORRER...PERO SÍ SE PUEDE VOLAR...
    ¡GRACIAS, ILUSTRE JOROBADO! LAS RELIGIONES Y LOS INTEGRISMOS Y FUNDAMENTALISMOS HAN MATADO A LO SACRO...¡QUE SOMOS NOSOTROS MISMOS!

    ResponderEliminar
  2. Se puede volar y escapar..
    Saludos Manuel

    ResponderEliminar