Pasos de un desadaptado que carga una joroba que carga a su vez historias de ciudad. De una ciudad que puede ser cualquiera y puede ser ninguna, porque una que carga un jorobado es una ciudad que no es ciudad.

22/7/10

Me gusta ir bien vestido

Miré la escena tan rápido como pude para evitar un vomito ácido que pudiese deformar más aún mis dientes. Miré por la ventana a ese hombre, su espalda se veía ridículamente estructurada con una chaqueta gris, sus hombros parecían dos montañas puntiagudas que se elevaban casi hasta sus orejas. Su pelo parecía recién lamido, escupido y relamido mil veces seguidas. Miraba su diario, despúes su reloj, despúes su café, como un rito sexual que saciaba sus impulsos y lo controlaba, miraba su reloj pero no esperaba a nadie. Lo supe porque estuvo así una hora entera, sus ojos miraban el papel, pero sus ojos no cambiaban, su boca no cambiaba, solo cambiaba su postura al ver el reloj, por solo segundos, y se reincorporaba. Lo que leía no producía ningún cambio en él, ni una arruga en su chaqueta, ni un movimiento involuntario, nisiquiera un tic. Pensé en que ese hombre era un robot, pero los robots no existían en esa ciudad tan alejada de los avances. Decidí entrar y comprobarlo, entrar y ver si sus ojos se agrandaban, si sus pupilas se dilataban al verme, a mi y mi joroba, o a mi y mis dientes. Cuando pasé frente a sus ojos quedé totalmente sorprendido: miró su reloj y siguió leyendo, luego hizo un gesto y el mozo fue corriendo con la cuenta. Se levantó, arregló su chaqueta, tiró su pelo hacia atrás y miró mis zapatos, zapatos cafés de cuero iguales a los suyos. Se fue caminando tranquilo.

4 comentarios:

  1. ¡Con que armonía se puede escribir sobre que atormenta/complace a la vista!

    Saludos
    Alejo

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  2. Desde ahora te acompaño con mi propia joroba.
    Un saludo

    Paca (María)

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  3. Bienvenida Paca, al mundo de jorobados

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